jueves, 24 de octubre de 2013

HALLOWEEN, UN BREVE APUNTE.

     El origen de esta fiesta lo encontramos en Irlanda aunque los americano hacen patria de ella. Se trata de un curioso culto a la muerte que se conmemora la noche del 31 de octubre, festividad de los difuntos. Fiesta que nada tiene que ver con la de todos los santos del día 1 noviembre, fiesta puesta por la iglesia católica en honor a todos los santos del santoral, lo cual no significa que todos los muertos sean santos ni que todos los santos estén ya muertos.

     Aclarado este particular asunto, decíamos que Hallowen es un producto irlandés en la que se celebra la fiesta celta del Samhain. En otros lugares del mundo, también se hacen festividades asociadas a la muerte como ocurre en Mexico en donde este homenaje a los difuntos se hace con la creencia de que retornarán a sus hogares, razón por la que se les indica el camino de vuelta a casa colocando velas e incienso en los altares hogareños,y se los espera con comida, bebidas, dulces y flores. Costumbres curiosas que comparten culturas tan dispares como la alemana, en la que en esta noche se guardan los cuchillos para no hacer daño a los espíritus que están regresando a sus casas o en China, donde celebran el Yue Lan donde se queman fotos de objetos materiales o dinero porque de este modo, esos objetos llegan al mundo de los espíritus.



     La cuestión es celebrar lo que se teme, y por eso parece más vanal, incluso simpático,  el esqueleto bailando con la guadaña mientras los niños de todo el mundo le dan al truco o trato, jugando con la muerte. La muerte es negocio, es paso, es comedia y es terror. A través de ella se recoge lo pero y lo mejor del ser humano. 

LA HISTORIA DE HALLOWEEN



     No vamos a terminar esta entrada referida a Halloween sino con un poco de humor y una copla.

    Rezaba el epitafio de la tumba de una niña: ¡Marianita! Nos dejaste a los cinco meses. ¡Qué pronto comenzaste a darnos disgustos!. O aquella otra en honor a un pequeño: Aquí reposa Angelito. Murió a los dos años de edad. Su afición fueron los libros y los clavos.

     La muerte llega antes de tiempo como a doña Mariana , cuyo epitafio dice:  Aquí yace doña Mariana, que murió tres días antes de ser condesa. El que se va , se lleva todo. Pero el amor trasciende al tiempo. En un mausoleo de una señora dice: Te espero, junio 1895 y debajo aparece la inscripción: Ya estoy aquí, enero de 1925. Fueron treinta años los que aguardó la amada en su tumba a que llegara su marido. Una mano pilluela añadió posteriormente una inscripción más entre paréntesis: (creí que no venías)

     Y ahí va la copla:


Dígase lo que se diga,
qué bonito es un entierro,
con su caballito blanco,
con su caballito negro,
con su cajita de pino,
con su muertecito dentro.
Dígase lo que se diga,
que bonito es un entierro.

(Copla popular española)









..será mentira, será verdad...


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miércoles, 26 de junio de 2013

TRES PAPAS Y UN COMETA EXCOMULGADO

Cuando pensamos en un Concilio nos viene a la cabeza pesadez y aburrimiento. Nos suena a algo muy espeso y pesado en dónde se deciden cosas muy importantes para la iglesia en un ambiente de oración y paz. Pero no todos han sido ejemplo de ello.

El concilio de Pisa (1409), por ejemplo, intentó poner fin al famoso Cisma de Occidente y fue uno de los más entretenidos de todos los acontecidos. Este Concilio trató de resolver un asunto de extrema gravedad: acabar con aquella situación en la que gobernaban dos papas. 

Pero lo peor de todo es que, al final del Concilio, no había dos papas sino TRES.

Desde 1379 mandaban en la iglesia dos herederos de Pedro. Uno instalado en Roma y otro en Aviñón. Cuando uno de los dos moría, en vez de unificarse ambos reinos del señor, lo que ocurría es que se nombraba a otro sucesor.

El rey de Francia, Carlos VI, para solucionar aquel "sin dios",  decidió desobedecer a ambos papas y por eso se convocó el citado concilio de Pisa. 

Como ambos papas se mantuvieron en sus trece, del concilio salió un tercer papa – Alejandro V -que declaró herejes a los otros dos y que se asentó en Bolonia en donde permaneció hasta que pasó a mejor vida de la mano de un veneno. Los otros dos permanecieron enfrentados.

Entre los papas díscolos estaba el español Benedicto XIII, conocido como el Papa Luna (Pedro Martínez de Luna y Pérez de Gotro) , habitante del castillo de Peñíscola tras abandonar Aviñón. Desde su ventana, orientada perfectamente hacia Roma, miraba al horizonte mientras imaginaba su toma de posesión en la ciudad eterna.

VER EL CASTILLO DEL PAPA LUNA




Pero esta nunca llegó. Abandono este mundo en 1423 a los 96 años después de diversos padecimientos entre los que destacó un intento de envenenamiento. Algunos defienden que hoy aún existe un antipapa en secreto que llevaría el título de Benedicto XL.

Oficialmente, la iglesia se salta al Papa Luna y considera a Calixto III el primer papa español. En abril de 1455, el cardenal Alonso de Borja (Borgia) fue elegido papa y abrió las puertas de Roma a su sobrino Alejandro VI, y a los hijos de este fornicador de élite: Lucrecia y César Borgia.




Por cierto, Calixto III excomulgó al cometa Halley e instauró el rezo del Ángelus al mediodía para hacer desaparecer el cometa. El papa pensaba que el cometa era un enviado de la ira divina por la pérdida de Constantinopla.
..será mentira, será verdad...


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martes, 9 de abril de 2013

EL PRIMER MONARCA CONSTITUCIONAL



Democratizar no es lo mismo que liberalizar. Democratizar es devolver al pueblo los derechos irrevocables que le han sido robados; liberalizar, hacerle concesiones legíti­mamente rescindibles.

No se puede decir que la monarquía constitucional sea democrática, ya que la constitución, al menos en un principio, es, teóricamente, una graciosa concesión del monarca a sus súb­ditos, retirable en cualquier momento. Ejemplo: Fernando VII, que otorgó la suya a la fuerza y la retiró en cuanto pudo, recu­perando así el poder absoluto hasta que murió, menos mal que prematuramente.

En la práctica, naturalmente, no es siempre así. Las con­cesiones constitucionales suelen devenir derechos inalienables, ya sea por habitualidad o por fuerza: la fuerza de la opinión, como en Inglaterra; la fuerza de la costumbre, como en Suecia; la fuerza de las armas, como en Francia.

El primer caso documentado de un monarca absoluto que reduce deliberada y libremente en Europa su poder perso­nal en aras del bien común fue el de Marco Ulpio Trajano, natural de Itálica, en la provincia romana de Bética.

Su familia era originaria de Umbría, Italia, y su apellido, Ulpio, procede de la misma raíz indoeuropea que ha dado, en latín, vulpes, «zorro», y en germánico Wolf, «lobo»; en ambos incide el mismo concepto: mamífero pequeño que muerde y se parece al perro.

Trajano fue un emperador bueno, por sus tendencias humanitarias y su sentido abstracto de la justicia; pero no un buen emperador, pues dejó a su muerte la economía del impe­rio romano en situación más bien precaria, y sus deslumbran­tes conquistas asiáticas prendidas con alfileres.

Su sobrino y heredero, Adriano, hubo de renunciar ense­guida a casi todo el territorio conquistado por su tío en Asia e, incluso en el caso de Dacia, la actual Rumania, decidió curar­se en salud desmantelando el gran puente que unía esa pro­vincia con el resto del imperio al otro lado del Danubio. Adria­no meditó al principio renunciar también a Dacia y restablecer la lógica fluvial de las fronteras romanas: Rin, Danubio y Eufra­tes. Si no lo hizo parece ser que fue porque le dio reparo aban­donar a manos de los bárbaros a los numerosos inmigrantes romanos de todo el imperio con que Trajano había poblado su conquistada Dacia.

«Fueron defectos suyos —dice el historiador inglés Anthony Birley en su Vida de Trajano, y con esto entramos en materia— el beber excesivamente y el ser pederasta. Pero nadie le censuró por ello, pues esos vicios no le inducían a cometer maldades. Bebía cuanto le apetecía sin perder nunca la sereni­dad, y en sus relaciones con chicos jóvenes jamás perjudicaba a nadie. Se dice que reducía deliberadamente sus excesos alco­hólicos ordenando que, si seguía pidiendo vino después de un banquete prolongado, no se le obedeciera en modo alguno.»

Dije que Trajano tenía un sentido abstracto de la justi­cia, y las palabras de Birley nos dan un buen ejemplo de esto. Trajano se aplicaba a sí mismo, a pesar de ser emperador, y por mucho que ello le contrariase, normas que le parecían tener validez para todos. Su prestigio era tal que un exceso de alcohol en público no podía mermarlo, sobre todo, sabiendo como él sabía, dominarse hasta el punto de seguir pareciendo sereno. La orden de desobedecerle si seguía pidiendo más vino a par­tir de cierto momento fue, por consiguiente, una auténtica micro constitución. Redujo su poder en tal medida que si alguien le obedecía desobedeciéndole en esa coyuntura y él, borracho, condenaba entonces a muerte inmediata al díscolo por desacato público de una orden imperial, nadie tomaría en serio la condena a menos que el emperador, al día siguiente, pasada la resaca, la ratificase por escrito, lo que no podía ocu­rrir dado su carácter y, sobre todo, su buen sentido.

No hay otro ejemplo, que yo sepa, de una cosa así en la historia anterior a Roma, y en la misma historia romana sólo se podría encontrar hurgando en la vida de otro emperador anómalo: Juliano, mal llamado Apóstata.

El emperador romano era un rey absoluto. Su omnipo­tencia no conocía otras trabas que la autoridad, muy maltre­cha, del Senado, y también algunas tradiciones y tabúes ances­trales, residuos de la vieja Roma republicana, que nunca tuvieron verdadera fuerza.


..será mentira, será verdad...


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viernes, 29 de marzo de 2013

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«Holy Bible, writ divine, 
bound in leatker: one and nine,
Satán trembles when he sees
Bibles so Id as cheap as these.»


Santa Biblia, escritura divina
encuadernada en piel, por dos duros
Satanás tiembla cuando ve
Biblias tan baratas como éstas



Traducción libre (con la inestimable ayuda de Noelia ... gracias :)
de un anuncio publicado en 1952 en el diario católico de Londres The Catholic Herald






...será mentira, será verdad...


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UN PAPA FUE EL QUE ORDENÓ EL TRÁFICO POR PRIMERA VEZ EN LA HISTORIA




Debemos al papa italiano Bonifa­cio VIII la ordenación del tráfico. En su bula Antiquorum habet, fechada el 22 de febre­ro del año 1300 de nuestra salvación, convocó el primer jubi­leo de la Iglesia católica, provocando tal concentración de peregrinos de todo el mundo en Roma que el tráfico, tanto humano como sanguíneo, pero también, evidentemente, roda­do, llegó a plantear a sus organizadores un importante y urgen­te problema de desaprovisionamiento, accidentalidad, inco­modidad general y delincuencia.

Dante recuerda esto en un famoso pasaje de su «Infier­no»:

Come i román, per l'essercito moho, l'anno del giubileo, su per lo ponte, hanno a pasar la gente modo coito, che da l'un lato tutti hanno la fronte verso'l castello e vanno a Santo Pietro, dall'alta sponda vanno verso'l monte...

O sea: «Como los romanos, por causa del gran ejército, / el año del jubileo, por el puente, / han ideado forma de que pase la gente, / que por un lado todos van de frente / hacia el castillo y van hacia San Pedro, / por el otro lado van camino del monte...»

En el lugar del infierno de Dante a que este terceto se refiere, los condenados, alcahuetes y seductores dan vueltas eter­namente en sentidos opuestos, unos de cara y otros de espal­das a Dante y a Virgilio, como los coches en las carreteras y calles de dos sentidos de nuestras ciudades. Idea que Dante confiesa habérsele ocurrido al verla aplicada, por primera vez, que se sepa, al tráfico de entrada y salida de una ingente muchedumbre en una ciudad europea: en este caso, la Roma del año 1300.

El cronista florentino Villani describe así la perfecta orga­nización que él mismo vio:

Gran parte de los cristianos que entonces estaban vivos hicieron esta peregrinación, tanto hombres como mujeres, desde los más lejanos y diversos países, tanto de lejos como de cerca. Y fue la cosa más maravillosa que pueda verse, que, ininterrumpidamente, durante todo ese año, pues había en Roma, además del pueblo romano, doscientos mil peregri­nos, y eso sin contar los que se acercaban a Roma por los caminos o volvían a sus casas, para todos había víveres, y todos estaban contentos, tanto las personas como los caba­llos, y siempre muy pacientes y tolerantes, y sin escándalos o peleas; de todo lo cual soy testigo, pues con mis propios ojos lo vi.

Tanto el llamado Ottimo como el llamado Anónimo Florentino explican el sistema adoptado para pasar el puente sin aglomeraciones ni peligros, y hay un informe anónimo que detalla que en el año 1300, siendo Dante embajador florenti­no en Roma, el papa Bonifacio VIII «hizo dividir el puente lon­gitudinalmente de tal manera que la gente fuese, por un lado, hacia el castillo de Sant'Angelo, en dirección a San Pedro, y por el otro hacia el monte Giordiano, en dirección a San Pablo, sin obstáculos ni tropiezos, disponiendo, además, de guardias que les indicaban el camino».

Al principio sorprende que esta innovación provocase tanta maravilla, pero hay que leer a los cronistas de la época para hacerse una idea de los incidentes, problemas y tragedias a que daba lugar la falta de dirección del tráfico en las angos­tas calles de las ciudades europeas de la alta Edad Media. Como, por poner un ejemplo extremo, pero frecuente, el que dos caballeros se viesen frente a frente en la calle, a caballo, en coche o incluso a pie, y cada uno con su séquito, y, por punti­llo de honor, rehusasen cederse mutuamente el paso. Lo cual solía resolverse a estocada limpia, y no sólo entre los dos caba­lleros mismos, sino, también, entre sus respectivos séquitos, habiendo ocasiones en las que sólo los caballos salían vivos de tal trance, y alguna que otra vez ni siquiera estos.


Es curioso recordar aquí la observación de Oswald Spengler de que las ciudades mediterráneas fueron siempre, desde la antigüedad más remota hasta bien entrada la Edad Media, piñas de casuchas apretujadas a lo largo de callejas estrechas y retorcidas, mientras las germánicas de tierra adentro, entre el Rin/Danubio y el Oder/Neisse, estaban, por el contrario, hol­gadamente espaciadas a lo largo y ancho de grandes campiñas acotadas en parte por ríos y lagos. 

Y más curioso aún que este holgado y claro vivir diese por fruto un pensar germánico apre­tujado y opaco, mientras los prietos, irrespirables racimos de las ciudades greco-latinas produjeran el pensamiento más cla­ro, respirable y holgado que han visto los siglos...




...será mentira, será verdad...


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